El tercer EP del productor bogotano Matt Emen, publicado por Ediciones Éter, propone una visita espectral a las geografías vacías de Colombia: un tiquete intermunicipal por una carretera que flota en la imaginación.
Un baldío es un terreno vacío. Un espacio suspendido en el tiempo, sin dueño ni afán de nada. A simple vista, parece apenas un pedazo de tierra ignorado por la mirada rápida. Pero, dentro de su aparente desolación, habita una posibilidad infinita. El baldío no está muerto: está esperando. Y en ese silencio —entre estanques, malezas, insectos, memorias sueltas y ecos de lo que fue o pudo haber sido— florece la vida.
Inspirado por la idea del territorio deshabitado e inhóspito, Baldíos convierte esa supuesta nada en un terreno fértil para la exploración sonora. El EP propone una visita espectral a las geografías vacías de Colombia: un viaje en el que el sonido reconstruye los lazos entre territorio, memoria y escucha.

Un baldío es un terreno vacío. Un espacio suspendido en el tiempo, sin dueño ni afán de nada. A simple vista, parece apenas un pedazo de tierra ignorado por la mirada rápida. Pero, dentro de su aparente desolación, habita una posibilidad infinita. El baldío no está muerto: está esperando. Y en ese silencio —entre estanques, malezas, insectos, memorias sueltas y ecos de lo que fue o pudo haber sido— florece la vida.
Inspirado por la idea del territorio deshabitado e inhóspito, Baldíos convierte esa supuesta nada en un terreno fértil para la exploración sonora. El EP propone una visita espectral a las geografías vacías de Colombia: un viaje en el que el sonido reconstruye los lazos entre territorio, memoria y escucha.
En los últimos años, se han empeñado en escuchar y amplificar música introspectiva que emerge de territorios y oídos más cercanos. Desde el ambient onírico del bogotano ezmeralda, creado a las afueras de Medellín en medio de la pandemia; pasando por el paisaje sonoro hecho ruido bajo el encuentro entre los ecuatorianos Entrañas y Hannah Lee en Quito, Ecuador; hasta el lo-fi de la Bogotá leve de Matt Emen.
Sobre el momento actual del sello, ross comenta: “Desde Ser niño, el debut de Matt Emen, sentimos que compartimos una búsqueda sónica en común: indagar en la introspección, la emotividad y la trascendencia, explorando capas profundas del ser a través del ruido y el silencio. Ahora, con Baldíos, volvemos a conectar con esa intención de retratar, con sutileza y desde la bruma y el velo de la memoria, tanto espacios reales como terrenos interiores”.
Luego de preguntarle por su búsqueda en este nuevo lanzamiento, Matt Emen respondió:
“La intención de este EP es construir geografías a partir del sonido, no como una representación fiel, sino como una invitación a que cada quien imagine su propio paisaje a partir de algunos croquis sonoros. Por eso el disco se llama Baldíos: son territorios sonoros aparentemente vacíos, pero con un potencial fértil enorme. Son espacios capaces de florecer, que están llenos de vida y de una mística propia.”
En América Latina, los baldíos suelen ocupar los bordes: lo que está entre lo urbano y lo rural, lo que ha quedado atrás o lejos. Espacios liminales que, sin embargo, tienen una potencia resonante para quien se detiene a habitar el silencio. En este EP, Matt Emen propone seis piezas ambientales que no solo recorren paisajes físicos, sino también emocionales. Es un llamado a una escucha más atenta y lenta, más viva.
“En el caso concreto de Baldíos, el proceso fue extenso,” dice Matt. “Al principio pensaba hacer un disco de ambient sobre la geografía colombiana. Me tramó mucho la idea de conectar el país a través de los sonidos. Quería escuchar el país desde otra perspectiva, sin la intención de abarcarlo todo, sino proponiendo otras formas de acercarse a los lugares.’’

Con el tiempo, esa idea fue tomando otra forma y decidí enfocarme en lugares a los que fui, me encantaron y me suscitaron muchas cosas. Allí grabé paisajes sonoros. Los títulos de las canciones hacen referencia a esos lugares: ‘Altiplano’, ‘Llano’, ‘El Valle Sagrado’ y ‘Páramo’. También hay lugares no concretos sino simbólicos, como la canción ‘Todos lados y Ningún lugar’, que nace de una experiencia alucinatoria que tuve en Chía. Por último, ‘Estanque’, que es literalmente el paisaje sonoro de un charco por allá en Villa de Leyva.
Cada track se despliega como una escena abierta: grabaciones de campo, drones, pads envolventes, texturas difusas y voces tenues construyen una narrativa abstracta pero profundamente sensorial. La obra puede entenderse como “un tiquete intermunicipal por una carretera que flota en la imaginación”, recorriendo terrenos deshabitados donde la ausencia se convierte en imagen y la espera se vuelve forma.
En estas canciones, el vacío no es carencia, sino posibilidad: un campo abierto donde la escucha imagina y completa lo que no está dicho.
Felipe Rozo, filósofo de la Universidad Nacional de Colombia, empezó a construir el universo sonoro de Matt Emen en 2020, en plena pandemia de COVID-19. Su práctica artística nació del silencio, la pausa y la necesidad de reinventar la escucha. Mientras muchos productores buscaron formas de mantener la energía del club a puerta cerrada, él tomó otro camino: se volcó hacia un lenguaje íntimo, contemplativo, que tradujera la ansiedad, el encierro y el redescubrimiento del tiempo.
Su primer disco, Morir Sin Dejar Rastro (2020), marca el inicio de su búsqueda sónica explorando temas como la muerte y el misterio del mundo, a través de un sonido ambient y lo-fi, mezclando el microsampling, el paisaje sonoro, sintetizadores y producción digital.
Cuatro años después, renace con Ser Niño (2024), un EP que celebra su infancia y transita hacia un sonido más personal, emotivo, nostálgico y obsesionado con la belleza de la vida común. Hacia final del mismo año, publica su doble sencillo Entre la Bruma (2024), llevando su sonido hacia el mundo del techno y el minimal.
“En cuanto al sonido de Baldíos en sí, quise que se sintiera etéreo, como si emergiera desde el vacío. Va construyendo escenas con lentitud, apareciendo y desapareciendo elementos. Los paisajes no son sólidos ni definitivos, sino que se esfuman. Ese es, justamente, el punto: que nunca se cierre completamente la imagen sonora, sino que cada escucha sea una nueva oportunidad para construir un universo’’.
Este EP se inscribe en las historias de Matt Emen y de Éter ediciones como una obra que expande los límites de la escucha. Escuchar Baldíos es detenerse en el tiempo, darse un respiro en medio de la abrumadora cotidianidad. El disco me impactó profundamente: me permitió imaginar de inmediato, construir paisajes sonoros y escapar de la rutina.
Matt Emen demuestra un talento notable para pintar con el sonido, proponiendo una forma distinta de experimentar la música electrónica, en diálogo con los lugares y los silencios. En estos tiempos frenéticos, Baldíos se presenta como un espacio necesario: un refugio para la contemplación.